Exterior frente al ábside
Recuerda que puedes descargarte este archivo siempre y cuando estés registrado.La primera vez que llegué aquí, a Ailanes de Zamanzas, tuve la sensación de hallarme en un lugar recóndito, perdido en mitad de la nada. Es como si en este camino, frente a la iglesia, el tiempo se hubiese detenido.
Quizá, hayan experimentado esta misma sensación. Quizá, en este momento, se estén preguntando, quién soy. En realidad, no tiene ninguna importancia. Bien podría ser una vecina o antigua pobladora, una turista o una estudiosa del arte románico. Podría ser incluso, una de las restauradores que han trabajado en la iglesia. Lo que verdaderamente importa es que seré, durante un rato y si me lo permiten, su guía en este recorrido.
Si les he traído hasta aquí, es porque tenemos una vista privilegiada de este pequeño templo románico y su entorno. Es especialmente bella, la estampa, digo, en primavera, con los almendros que nos rodean cuajados de flores.
Les invito ahora a fijarse en la iglesia. El ábside románico aún conserva la huella de las grietas que lo recorrían. Por suerte, hoy ya están restauradas como el resto del templo y no existe riesgo de derrumbe ni peligro alguno. Lo digo, para que realicen su visita con tranquilidad.
Verán que el ábside conserva elementos decorativos de época románica, como las líneas de imposta, es decir, las cenefas que escoltan la ventana, con ajedrezados y motivos romboidales. Los capiteles también tienen una sencilla decoración: motivos vegetales en el de la izquierda y dos toscas aves en el de la derecha. Aunque lo más llamativo, lo sé por experiencia y por las muchas veces que he recorrido el templo, son, los canecillos del ábside y la nave.
Les voy a pedir que ejerciten un poco sus cervicales y que recorran el templo, fijándose en las cornisas y en los canecillos. Han de echarle un poco de imaginación, porque están tallados muy toscamente. Pero, si agudizan la vista, podrán descubrir, entre otros elementos: un águila de alas desplegadas, una especie de pájaro muy bien alimentado, un perro de largas patas, un zorro devorando a su presa y varios bustos humanos, uno de ellos, en actitud un tanto extraña...
Mientras ejercitan su imaginación, yo les espero en el interior del templo. ¡Ah! dos pequeñas advertencias: echen un ojo al folleto explicativo y no olviden detenerse, a la altura de la sacristía. Anden con cuidado de no tropezarse. No vaya a ser que nos ensimismemos en la contemplación de la escultura y tengamos un disgusto.